Por: Yessica A. Cano Osorio.
Se dice muchas veces que el concepto de "la naturaleza humana" o de "la condición humana" es tal que sólo puede aparecer en un discurso ideológico, es decir, que sería inadecuado para un discurso analítico. La cuestión es: qué clase o clases de funciones cumple la literatura y cuáles son los límites de su significación histórica.
Como la reflexión enseña que el objeto literario es (re) producido por el lector, siguiendo la pauta del texto y de las normas tradicionales del leer, este campo libre y objetivo de la visión ingenua debe ser reconocido como ilusorio. Habría identidad de los signos de superficie, pero no de los significados. (Si: así fuera, Pierre Menard no tendría que hacer ningún esfuerzo especial para re-escribir el Quijote desde su presente histórico. No podría, en verdad, hacer otra cosa. Borges, pues, sugiere un historicismo más sutil.) Hablar de la obra sería hablar de un objeto cambiante que conservaría sólo cierta estructura permanente, o bien sería hablar de una subjetividad casual y transitoria de lector.
Todo relativismo radical es un auténtico escepticismo y, como tal, nos dice Husserl una y otra vez, un contrasentido, una teoría que niega sus propios fundamentos. Me parece que no faltarían pasajes de Marx2 para apoyar esta tesis: la substancia del hombre no es últimamente histórica, no está determinada en sus principios por su propia historia, por lo que hace y le acaece, sino que lo que hace y le acaece está predeterminado por su ser natural, por su ser la parte de la naturaleza que es. La comunidad del mundo hace posible la diversidad vivida de percepciones, puntos de vista, etc., vivida dentro del mundo común. Por ello, el otro, el prójimo, puede ser "un enigma",
Pero no una nada de la cual no tenemos noticia. Porque hay una básica comunicación entre los sujetos, hay la frustración y el deseo de una compenetración absoluta, que es un motivo del pensamiento poético de Cortázar, encarnado a veces en fantasías transmigratorias o metempsicóticas en que los límites personales, espaciales e históricos son sobrepasados en vuelo hacia una unidad de experiencia substancial.
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